Palma de Mallorca se convirtió en mi hogar desde los dos años de edad, cuando mis padres, Joan Guasp, mallorquín y Francisca Borrás, catalana, decidieron establecerse en Palma.
Recuerdo con especial regocijo los días de mi infancia, la frescura del aire, los paisajes de colores intensos, el encanto casi místico de Mallorca.
La dinastía de los Guasp es conocida por haber fundado una de las imprentas más prestigiosas de Mallorca en el siglo XVI. Curiosamente, a mis 17 años, mi primer trabajo fue en una imprenta, un guiño del destino que me conectó con el pasado familiar y con el mundo del arte impreso.
Allí, entre el suave murmullo del mar y el brillo del sol mediterráneo, comencé a descubrir los misterios de la isla que tanto ha inspirado a artistas y creadores.
Esta tierra fue un imán para artistas como Chopin, quien halló en ella el refugio y la inspiración para su obra.
Fue así como ingresé a la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos, actualmente Escola d'Art i Superior de Disseny de les Illes Balears, donde cultivé mi pasión y la convertí en profesión. Sin duda, el mismo ambiente me despertó a la creatividad y me impulsó a perseguir mis propios sueños artísticos.
Piano de Chopin, Cartuja Valldemossa
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Hoy, el viaje me ha llevado hasta México, donde tengo el privilegio de compartir la maravilla del arte con niños y jóvenes, forjando en ellos una semilla de creatividad y cultura. Con cada enseñanza, siento que estoy construyendo un legado que, como las olas, trasciende fronteras y se extiende hacia el futuro.
«Todo lo que el poeta y el pintor pueden soñar, la naturaleza lo ha creado en este lugar». Así se expresó George Sand, compañera de Chopin, sobre Valldemossa.
Cartuja Valldemossa
Un Viaje por el Arte